A partir de mi experiencia de análisis en el Rastro me llevo una serie de nuevas experiencias muy valiosas de las que también he podido aprender de cara al futuro. En primer lugar me he dado cuenta de el encanto que podría llegar a tener un mercadillo y de los artículos tan variados que se podrían encontrar. En un principio fui el domingo pasado al Rastro con la idea de que me iba a encontrar con unos puestos dedicados a vender souvenirs comerciales y banderitas. Sin embargo, no solo encontré artículos de esta índole, sino otros muchos que llamaron especialmente mi atención.
Se ofrecían artesanías muy curiosas y todo esto acompañado de un ambiente un tanto peculiar. Entre la muchedumbre ajetreada y un tanto agobiada se entremezclaban la música que emitían los artistas que allí exhibían su arte. Me llamó mucho la atención la variedad de géneros musicales que allí se daban cita, como la música clásica que un señor mayor tocaba, o los vibrantes ritmos de un grupo de africanos que por allí exhibían su exótica cultura. Sin duda un lugar en el que se mezclaban muchas culturas y pensamientos distintos. En esta línea hay una anécdota curiosa que me gustaría compartir: una de mis tareas para elaborar este análisis era preguntar a las personas que pasaban por allí acerca de unas cuestiones de carácter cultural. En un principio la vergüenza me impedía preguntar o parar a cualquier persona, y muchas veces le decía a mi compañero Javier Sepúlveda quienes era buenos sujetos para preguntar a juzgar por la impresión que nos daban. Finalmente nos dimos cuenta que la impresión que nos daban no tenía nada que ver con la actitud que finalmente mostraban hacía nuestra propuesta.
Por poner un ejemplo, había un señor cerca nuestro el cuál para mí parecía amable, entonces le dije a mi compañero que ese era un buen sujeto para nuestra investigación. Sin embargo acabó mostrando una actitud muy fría que me hizo darme cuenta de esto. Aunque también he de decir que en general la gente fue muy amable y se prestó a ayudarnos sin ningún problema. Una experiencia muy positiva y que nos ha ayudado mucho en el desarrollo de nuestra cartografía.
Se ofrecían artesanías muy curiosas y todo esto acompañado de un ambiente un tanto peculiar. Entre la muchedumbre ajetreada y un tanto agobiada se entremezclaban la música que emitían los artistas que allí exhibían su arte. Me llamó mucho la atención la variedad de géneros musicales que allí se daban cita, como la música clásica que un señor mayor tocaba, o los vibrantes ritmos de un grupo de africanos que por allí exhibían su exótica cultura. Sin duda un lugar en el que se mezclaban muchas culturas y pensamientos distintos. En esta línea hay una anécdota curiosa que me gustaría compartir: una de mis tareas para elaborar este análisis era preguntar a las personas que pasaban por allí acerca de unas cuestiones de carácter cultural. En un principio la vergüenza me impedía preguntar o parar a cualquier persona, y muchas veces le decía a mi compañero Javier Sepúlveda quienes era buenos sujetos para preguntar a juzgar por la impresión que nos daban. Finalmente nos dimos cuenta que la impresión que nos daban no tenía nada que ver con la actitud que finalmente mostraban hacía nuestra propuesta.
Por poner un ejemplo, había un señor cerca nuestro el cuál para mí parecía amable, entonces le dije a mi compañero que ese era un buen sujeto para nuestra investigación. Sin embargo acabó mostrando una actitud muy fría que me hizo darme cuenta de esto. Aunque también he de decir que en general la gente fue muy amable y se prestó a ayudarnos sin ningún problema. Una experiencia muy positiva y que nos ha ayudado mucho en el desarrollo de nuestra cartografía.
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